Hay momentos en la vida que nos dan un vuelco. En mi caso, fue en enero de 2012, cuando mi madre murió de leucemia. Este acontecimiento no solo tuvo un profundo impacto en mí, sino que también cambió mi visión de la vida y la importancia de ayudar a los demás. Desde el devastador diagnóstico en 2010, estoy inscrita en DKMS como donante de células madre. Es una decisión fácil de tomar y que puede tener un gran impacto. En noviembre recibí por correo una carta de DKMS, de esas que se reciben de vez en cuando. Contenía la historia de Moritz. En ella describe sus impresiones y sentimientos sobre su experiencia de donación de células madre y comparte su viaje con nosotros. Es el comienzo de una amistad especial que trasciende las fronteras.
Un pequeño paso hacia DKMS puede convertirse en una gran aventura
Registrarse en DKMS es sorprendentemente sencillo: bastoncillos de algodón, unos minutos de tiempo y ganas de ayudar. Eso es todo lo que se necesita para salvar una vida un día. Eso es exactamente lo que hizo Moritz, de Lörrach, en 2017, cuando se inscribió en el DKMS como parte de una campaña escolar. Fichero del DKMS hizo grabar sus células madre. En aquel momento, no tenía ni idea de que sus células madre salvarían la vida de la pequeña Javiera de Chile sólo tres años después.
Para mí, inscribirme no era solo un compromiso con mi difunta madre, sino también una forma de dar esperanza de forma activa. En 2020 fui preseleccionada como donante. La idea de poder ayudar a alguien era emocionante. Aunque no acabé donando, esta emocionante experiencia me demostró cuánta compasión y humanidad hay en momentos como este.
Publicidad
Salvar una vida: Moritz y Javiera
Moritz, el antiguo alumno, recibió en la primavera de 2020 la noticia de que era un donante potencial. Esto supuso un El reto Tuvo que superar su miedo a las agujas. Pero con el pensamiento de que una persona al otro lado del mundo dependía de él, superó este obstáculo. Sus células madre emprendieron un increíble viaje de 12.000 kilómetros hasta Chile. Allí, Javiera, una niña de nueve años que llevaba luchando contra la leucemia desde los tres, esperaba ansiosa su última esperanza.
Es difícil imaginar lo emotiva que debe ser esta conexión. Dos años después de la donación, Moritz pudo por fin visitar a Javiera. A sus ojos, él no sólo fue un salvavidas, sino su gemelo genético. Este encuentro muestra cómo las donaciones de células madre no sólo pueden salvar vidas, sino también conectarlas.
Un impulso personal para dar esperanza
Como persona que ha padecido leucemia, sé lo importante que es la labor de DKMS. Lo mejor de todo es que cualquier persona mayor de 17 años puede inscribirse y, a partir de los 18, puede donar sus propias células madre. La sencillez del proceso y la enorme importancia para los pacientes me motivan a apoyar a DKMS hasta el día de hoy.
Publicidad
La historia de Moritz es la prueba de que el valor y la compasión pueden mover montañas. Me recuerda que un día yo también podré dar esperanza a alguien. Aunque todavía no se me haya considerado como donante, esta posibilidad sigue existiendo, y con ella la idea de que todos podemos formar parte de un todo mayor.
Juntos con DKMS por un futuro mejor
Ahora que se acerca lentamente el 13º aniversario de su muerte, sigo sintiendo el profundo Pérdida y recuerdo el largo camino que recorrimos como familia en aquel entonces. Mi viaje con DKMS comenzó con una profunda tristeza, pero se convirtió en un viaje lleno de esperanza.
Cada individuo puede marcar la diferencia. Y aunque a veces sea sólo un bastoncillo de algodón lo que cambia el mundo, una cosa sigue estando clara: jugar Vida ahorrar es algo más que un lema: es una realidad que podemos forjar juntos. O como diría Moritz: "Si nos mantenemos unidos, realmente podemos marcar la diferencia".
¿Y cuándo se inscribirá para donar células madre?
Publicidad